ARIES


(21 de Marzo – 21 de Abril)

“Surjo, y desde el plano mental, rijo”


Aries, el signo de los nuevos comienzos y de la voluntad

Aries es el primer signo del zodíaco. Es el signo del yo. En Aries empieza el desarrollo del yo y se inicia un ciclo de manifestación. Es un signo de Fuego y transmite a nuestra vida planetaria las energías del primer rayo, el Rayo de Voluntad o Poder. Aries representa un principio que emana de un núcleo, es decir, del yo, y que empuja hacia su desarrollo. En ese núcleo late la energía ígnea de la voluntad que, con una concentrada fuerza de empuje, puede apartar de su camino cualquier impedimento sin titubear.

El signo de Aries pertenece a la Cruz Cardinal que, desde el punto de vista esotérico, es la cruz del Padre, de la voluntad y de la omnipotencia. En Aries aparece la voluntad de vivir y, de esta forma, se da el primer paso hacia la encarnación. Según un antiguo enunciado, Aries “despierta la voluntad de llegar a lo más bajo para, una vez allí, controlar, conocerlo todo y enfrentar todas las experiencias”.

En su libro Astrología esotérica, Alice A. Bailey observa que, para Aries, hay cuatro notas clave que imparten la misma idea:

1. Expresa la voluntad de ser y hacer

2. Desarrolla el poder de manifestar.

3. Entra a luchar por el Señor.

4. Llega a la unidad por medio del esfuerzo.

En el zodíaco, con Aries comienza el gran ciclo de lucha hacia la expresión. Empieza el proceso de llegar a ser uno mismo. La fuerza del yo se expresa de forma impetuosa pero, con frecuencia, de una manera todavía poco pulida. Aries es impulsivo, emprendedor y entusiasta. Irradia fuerza y energía, y muestra coraje e intrepidez incluso en situaciones desesperadas. Los nacidos bajo Aries van siempre hacia delante y tienen la capacidad de entusiasmar a los demás. Son pioneros que colaboran activamente en el progreso del mundo pero que se preocupan muy poco por las consecuencias de sus acciones. Aries actúa primero y piensa después. Quiere obtener el éxito inmediato y de un sólo golpe, y tiene muy poca paciencia para tareas a largo plazo. Necesita el elemento vivificante de la acción fresca y única y, por lo general, consigue las cosas al primer intento.


El prototipo de la fuerza impulsiva

Aries es el prototipo de la fuerza impulsiva de la Cruz Cardinal (que en la filosofía hindú se conoce como principio rajásico) y, por consiguiente, está sometido a la ley de tensión y relajación. De acuerdo con esta ley, Aries tiene fases en las que participa en la vida de forma muy activa y en las que se abalanza con un entusiasmo desbordante hacia las metas que desea alcanzar, y fases en que su energía se agota y necesita un período de recuperación. En el campo de la psicología, este aspecto se manifiesta en forma de los característicos ciclos maníaco-depresivos. La curva de energía psíquica de su voluntad crece rápida e intensamente pero, al cabo de un tiempo, vuelve a caer como es característico en la cruz cardinal del zodíaco o cruz del impulso.

La impetuosa fuerza impulsiva de este signo de Fuego hace que, muy a menudo, se encuentre con que ha rebasado el objetivo que se había establecido. Arrollar y sobrepasarse son características muy típicas de este signo. Le resulta difícil respetar los límites, tanto los propios como los ajenos (especialmente estos últimos), y esto le ocasiona dificultades en las relaciones con los demás, puesto que, con frecuencia, su carácter impulsivo entra en conflicto con cualidades como la paciencia, el tacto, la forma, la moderación, el decoro, etc. Uno de los aspectos que Aries debe cultivar es la capacidad de moderar y dosificar sus fuerzas, y ésta es una tarea en la que trabaja a lo largo de toda la vida.

Por otra parte, la tarea espiritual de Aries consiste en derribar los límites endurecidos y superar los muros y las barreras levantadas por el miedo para que la vida pueda progresar y desarrollarse.


El símbolo de Aries q

El símbolo de Aries puede verse en la cara de todas las personas. Sólo hay que trazar una línea imaginaria que una las cejas y la parte superior de la nariz. Indica una marcada conciencia de la propia personalidad con una intensa fuerza para conseguir lo que se quiere, impulsividad y una penetrante capacidad mental. Pero también una cierta tendencia a comportamientos violentos, coléricos, defensivos, etc.

Aries es el signo de los nuevos comienzos y los nuevos desarrollos. En la naturaleza podemos ver el símbolo de Aries en los capullos y en las hojas recién brotadas que encarnan la nueva vida y el comienzo de un nuevo ciclo. La envoltura externa es perforada por el impulso de la fuerza interior para proporcionar espacio a la nueva vida.

Este proceso de perforación es desencadenado por la fuerza dinámica de la voluntad del yo interior. Esta fuerza puede actuar de forma destructiva o de forma creativa, dependiendo de cómo se aplique.


El efecto liberador de la fuerza impulsiva de Aries

Durante el mes de Aries tenemos la oportunidad de colaborar con esta fuerza ariana renovadora que, como el efecto purificador del fuego, nos permite acabar con viejos estados no deseados. Del mismo modo que en primavera nos animamos a realizar la “limpieza de primavera”, también podemos llevar a cabo una limpieza de nuestra personalidad para liberarla de condiciones no deseadas.

En lo referente a la salud, este es el momento adecuado para eliminar los residuos acumulados durante los meses de invierno, mediante la aplicación de curas purificadoras y el mantenimiento de una dieta razonable. Pero eso no es todo, porque la vivificante energía ariana también nos permite disolver y deshacernos de las cargas emocionales, los miedos y las preocupaciones opresivas. De este modo, dejando atrás lo viejo, podemos dedicarnos a lo nuevo con total confianza.

Cristo resucitado nos dijo : “He aquí que hago nuevas todas las cosas”. Esta frase hace referencia a la fuente del vivificante elemento ariano que todos tenemos en nuestro interior; apunta a la fuerza crística o a la universal fuerza del amor que todos poseemos y que abre nuevos manantiales de vida. En el mes de Aries queremos abrirnos a estas fuentes de una manera muy especial. Una vez que la fuerza del amor fluya libremente a través de nosotros, experimentaremos una renovación de nuestra personalidad y aprenderemos a amar de nuevo.


La formación del yo

En Aries comienza el desarrollo del yo. Pero para avanzar en el proceso de desarrollo se necesita un centro fuerte: se requiere seguridad interior. Si nuestro yo no está aún suficientemente desarrollado, ahora podemos trabajar en su construcción, por ejemplo, liberándonos de las dependencias excesivas de nuestro entorno y aceptándonos tal como somos en realidad.

Si queremos tener éxito en la vida, necesitamos una forma adecuada para funcionar en el mundo, es decir, un yo fuerte y resistente. Si no lo tenemos, las influencias externas nos afectan excesivamente y nos convertimos en juguetes del entorno. Pero si el yo es demasiado fuerte existe el peligro de que cristalice y, en ese caso, la forma está tan cerrada que nada puede entrar ni tampoco salir. Una persona así es cautiva de la forma de su yo. Es como si estuviera en una prisión: no está abierta a sus semejantes ni es permeable a la irradiación de su ser interior. En el mes de Aries podemos emplear la fuerza impulsiva ariana para derribar los muros que, en errónea autodefensa, hemos erigido a nuestro alrededor.

Por lo general, el individuo Aries tiene una clara conciencia de sí mismo. Aries es el primer signo de la cruz cardinal y es completamente natural que una persona con énfasis en este tipo de energía se sienta impulsada a la actividad por fuerzas internas y externas, con el propósito de crear un mundo nuevo y mejor. Pero siempre existe el peligro de que, debido a una ambición derivada de un exceso de énfasis en el yo, intente sobrepasar a los demás en algún ámbito, bien sea en conocimientos, en cultura, en su propia profesión o en cualquier otro aspecto. Entonces, con mucha facilidad, se cae en una sobrevaloración de la propia importancia personal, surge un espíritu de competitividad insano y se producen luchas de poder. Con frecuencia, la fuerte tendencia a la extroversión de Aries lo lleva a intentar resolver los problemas y los conflictos mediante enfrentamientos con el mundo exterior, en lugar de hacerlo en su interior. Generalmente, atribuye el éxito que obtiene en el mundo a sus propias fuerzas y sobre esto construye su autoconciencia.

Pero, en las personas espiritualmente orientadas, lo esencial es el nuevo nacimiento, es decir, el nacimiento del verdadero yo: el yo que forma parte del ser eterno. En el mes de Aries podemos abrirnos y prepararnos de forma especial para este nuevo nacimiento.

En muchas situaciones, volver al punto de inicio puede ser de gran ayuda. Allí podemos efectuar correcciones, rectificar errores y empezar de nuevo. Nuestro punto de partida es el yo interno: el verdadero yo. En él podemos encontrar toda la ayuda que necesitamos: una ayuda que proviene de nuestra más profunda fuente de vida. Esta fuente de energía nos da la fuerza que nos permite experimentar el “yo-soy” y nos conduce al “yo-quiero” y al “yo-puedo”. Nos damos cuenta de que somos útiles y de que nuestra aportación es valiosa. Con esta certeza interior nuestras fuerzas crecen y nos sentimos capaces de eliminar los estados no deseados y de crear un nuevo orden, tanto en nuestro interior como en nuestro entorno, para que la nueva vida que tiene su comienzo en Aires pueda prosperar.


Llegar a ser uno mismo

La cuestión del llegar a ser uno mismo es uno de los temas fundamentales de la existencia humana. En sentido espiritual, ser uno mismo significa desarrollar una correcta conciencia del yo, es decir, encontrar el verdadero centro. Todo individuo necesita un centro que pueda actuar como recipiente receptor de las energías espirituales. Quien todavía no tenga centro debe construírselo y quien tenga demasiado, debe hacerse permeable.

Muchas personas espiritualmente orientadas se preguntan si al concentrarse en el yo no estarán alimentando su egoísmo. Pero es precisamente todo lo contrario. Si no conocemos nuestro propio yo, es decir, si llevamos una vida poco consciente, el yo nos gobierna y hace con nosotros y con el entorno lo que le place. Si deseamos controlar las fuerzas del yo, debemos conocerlo a fondo y familiarizarnos con las posibilidades y los efectos de sus fuerzas. En la vida, un yo demasiado débil es un obstáculo pero un yo endurecido también lo es. Por lo tanto, antes de poder tratar con las energías espirituales sin riesgo, primero debemos esforzarnos por alcanzar una conciencia del yo sólida y firme. La relación con nuestro entorno, con nosotros mismos, con nuestro ser más esencial y con lo trascendental, depende de ello.

En este proceso, lo esencial es aprender a decirse “sí” a uno mismo. Hay que aprender a dar un paso al frente y mostrarse al mundo afirmando : “Yo soy así, pienso así y actúo así. No me rijo por la opinión de los demás. Soy como soy”.

La mayoría de personas tienen miedo a presentarse como realmente son. Temen que se las juzgue mal o que los demás vean sus puntos débiles.

El ser o el yo recién nacido que se manifiesta por primera vez en Aries, todavía no está completamente formado, es inseguro, se lo puede herir con facilidad y se siente amenazado por fuerzas desconocidas. Necesita apoyo y ayuda desde fuera y desde dentro. Si el entorno ejerce un efecto demasiado intenso en este pequeño ser, acabará construyendo un mecanismo de defensa para protegerse. Esto es perfectamente natural y comprensible en la infancia pero, si esta situación continúa en el adulto, existe el riesgo de perder la propia forma de ser. Quien está demasiado ocupado protegiéndose del mundo exterior o quien quiere satisfacer todas las demandas externas, no tiene tiempo para conocer, desarrollar y fortalecer su propia naturaleza, ni para establecer una relación con el mundo externo que esté en sintonía con su ser interior.

Si no dejamos de estar condicionados y limitados por los patrones de conducta formados durante la niñez, no podremos avanzar en el crecimiento espiritual. Durante los primeros años de vida, debido a la educación y a las exigencias de adaptación al entorno, se construyen las “formas aparentes del yo” que, a menudo, tienen muy poco que ver con el yo interior. En determinado momento del proceso de desarrollo, para poder llegar a ser verdadera y honestamente uno mismo, hay que liberarse de estas formas de defensa y de todo tipo de imágenes demasiado idealistas sobre uno mismo. Los mecanismos de defensa y las formas aparentes del yo pueden haber sido de gran valor hasta determinado momento pero, como adulto, deben abandonarse para que el verdadero yo pueda surgir y realizarse. Es un proceso difícil pero necesario.

Durante mucho tiempo creemos que debemos defender la imagen que nos hemos creado de nosotros mismos. Creemos que esas máscaras o roles nos protegen pero, en realidad, no son más que un autoengaño. Nos hemos distanciado tanto de nuestra esencia que, al final, nos sentimos enajenados. Entonces vivimos con el miedo a que los demás lo descubran. Nuestra inseguridad, nuestra confusión y nuestra soledad se esconden tras miles de máscaras. El simple pensamiento de que otros puedan darse cuenta de nuestros puntos débiles nos sobrecoge y nos da miedo: por eso nos cerramos. Desesperados, inventamos continuamente nuevas fachadas bajo las que podamos escondernos y en donde nos sintamos protegidos de las escudriñadoras miradas del exterior.


El pensamiento semilla esotérico de Aires

“Surjo y, desde el plano mental, rijo”

Los textos esotéricos se refieren a Aries como “el lugar donde nacen las ideas divinas”. Con esta frase se hace referencia no sólo al impulso de las almas hacia la encarnación (donde están regidas por Marte hasta que se produce una nueva orientación y se hacen receptivas a la influencia de Mercurio), sino también al nacimiento de ideas divinas en nuestra mente, es decir, a los pensamientos e ideales que surgen de nuestro interior y que quieren convertirse en motivaciones vitales. En la meditación de hoy debemos estar especialmente receptivos a estas ideas.

Resumiendo una vez más: Aries es el signo de los comienzos, el signo del nacimiento y el signo de las ideas que se forman en la mente y se envuelven en sustancia para nacer. Debemos prestar atención a aquello que proviene de nuestro interior y quiere manifestarse a través de nosotros, sea nuestro propio yo o una nueva idea que se nos ocurre y pide ser expresada: una idea, una chispa de entusiasmo que despierta en nuestro interior y que puede cambiar de golpe toda nuestra vida. A partir de ese momento ya no somos la misma persona; algo nuevo ha nacido en nuestro interior En su sentido más elevado, lo que tiene lugar es el nacimiento de Cristo en nuestro corazón: el nacimiento del verdadero yo en nuestro interior, un nacimiento que llega a consumarse gracias a la fuerza ariana y a la ayuda de la voluntad superior.


El nacimiento del verdadero yo.

Todo nacimiento requiere fuerzas para perforar y romper las envolturas que protegen a la vida interior. Así como el polluelo rompe la cáscara del huevo par alcanzar la luz del día, el yo interno, en su proceso de llegar a ser o nuevo nacimiento, también debe romper las envolturas externas. Debe romper las formas aparentes del yo, sus máscaras y sus rígidas barreras defensivas. Y cuando esto ha ocurrido, nos quedamos completamente desnudos y tenemos que orientarnos de nuevo.

Tenemos que penetrar en nuevas dimensiones de la existencia y para ello debemos atravesar forzosamente alguna frontera. Nos introducimos en zonas que todavía nos son desconocidas, por lo tanto, debemos ser precavidos y aprender a permanecer en silencio para conectar con nuestro sentido de orientación interno. Si avanzamos demasiado rápido, pensando que con la dinámica y combativa fuerza ariana podremos “conquistar el reino de los cielos en un instante”, podemos sufrir importantes contratiempos. Necesitamos orientación e información detallada sobre la zona en la que nos estamos adentrando y esta ayuda nos la proporciona Mercurio, el regente esotérico, que nos sirve como mensajero y como fuente de información.


El pensamiento creativo.

El pensamiento puede sernos de gran ayuda en este proceso de nuevo nacimiento. Si reconocemos la fuerza de nuestro pensamiento, podemos trabajar de forma creativa en el plano mental. El poder del pensamiento nos permite aspirar al bien y ambicionar lo mejor tanto para nuestro desarrollo como para el desarrollo de toda la humanidad y, de esta forma, cooperar en la mejora de los asuntos humanos.

En Aries el pensamiento es poderoso; no obstante, debe aspirarse a conectar el pensamiento concreto con el pensamiento abstracto para escapar de los usuales círculos viciosos del raciocinio. El pensamiento abstracto o superior es el instrumento de la intuición que nos permite romper la envoltura (los límites) de nuestro conocimiento actual y penetrar en zonas que se encuentran más allá de nuestra aparente capacidad de comprensión. En esas zonas podemos encontrar ideas completamente nuevas y llevarlas al pensamiento concreto.

Cuando meditamos en grupo participamos en este proceso creativo, puesto que nuestra intención es traer a nuestra conciencia nuevas ideas acerca de las cualidades zodiacales y transmitirlas a la humanidad. De este modo servimos a las ideas superiores desempeñando la función de canal de conexión en el plano mental y actuamos como una herramienta a través de la cual la luz y el amor pueden fluir a los corazones de los hombres. Hoy dedicamos nuevamente nuestro pequeño yo y nuestro grupo al servicio del mundo.


Fragmentos del libro :

Psicología Astrológica. Los Signos del Zodíaco.

Reflexiones y meditaciones.

Louise Huber. Api, ed.

CALENDARIO MEDITACIONES

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