LEO

(23 de Julio – 22 de Agosto)

De la conciencia colectiva a la conciencia individual

En Cáncer, el punto más profundo del zodíaco, estuvimos ocupándonos de nuestros orígenes y de nuestra pertenencia al colectivo, a la familia y a la fuente primordial de vida. Ahora, en Leo, nos percibimos por vez primera como algo individual y diferenciado de los demás. La conciencia de la masa o conciencia colectiva de Cáncer e convierte en conciencia individual en Leo.

Leo es un signo de Fuego y todos los signos de Fuego tienen que ver con la transformación y el desarrollo del yo. En Leo, el individuo se libera de su pertenencia al colectivo (una pertenencia protectora pero también indiferenciada) y se convierte en un ser individual autosuficiente. Se hace cada vez más consciente de su identidad y está deseoso de tener oportunidades de expresión individual. Crea su propio espacio vital y sale al mundo en busca de experiencias. Aprende a llevar a cabo cada vez mejor la presentación y la realización de su propio yo.

Leo es el punto central del espacio vital que él mismo ha creado. El mundo gira a su alrededor y él funciona como una unidad de actuación y de mando que, con su irradiación personal, dirige y conduce a los demás. En esta actitud, Leo se siente solo y por eso desarrolla el poder y la fuerza interior de una unidad integrada y encerrada en sí. Su lema es: “El fuerte es más poderoso solo”. Esta actitud continúa desarrollándose y lo conduce a una conciencia marcadamente egocéntrica. Llevado por la ambición, Leo exige cada vez más poder, influencia, prestigio, rango y posición hasta que llega a un punto en que, en su solitaria altura, se siente aislado y excluido de la corriente de la vida. Entonces comienza la conversión interior. A partir de ese momento, anhela con tanta intensidad el contacto, el amor y la comprensión de los demás que no le queda otra alternativa que derribar los muros que él mismo ha erigido entre él y sus semejantes. Su foco de conciencia se dirige cada vez más hacia sus semejantes y hacia el grupo hasta que, finalmente, deja de sentirse como una unidad aislada en el centro y pasa a sentirse parte del Todo. Entonces está bajo la influencia de la conciencia de grupo de Acuario, el signo opuesto. La responsabilidad, la comprensión y la sensibilidad conducen a Leo a ese estado de autoconciencia inclusiva en el que sabe que es uno con el Todo. Ésta es, de forma resumida, la meta que Leo debe alcanzar utilizando las fuerzas transformadoras de su verdadero yo.

La prueba del yo

Leo debe aprender a conocerse a sí mismo mediante el desarrollo de una correcta auto-percepción. Sólo así podrá llegar a conocer su verdadero yo y también el de sus semejantes. Para conseguirlo debe liberarse de las ataduras del colectivo y debe salir al mundo a probar su yo. Es un proceso aventurado que le ocasiona enredos y fricciones con su entorno y que también le proporciona sensaciones egoicas de altos vuelos. Leo se percibe como el motivo y la causa de todo lo que se mueve a su alrededor y, en ocasiones, esto lo conduce a exigir el reconocimiento y la estima de sus semejantes, sobrevalorando su propia importancia. En cambio, otras veces le ocasiona sentimientos de desaliento y auto-desprecio.

En Leo debemos descubrir lo que es la verdadera autoconciencia. Muchas personas están convencidas de que son autoconscientes cuando, en realidad, sólo están movidas por el deseo y creen con total convicción que tienen derecho a que sus deseos sean respetados y satisfechos.

La verdadera autoconciencia

La verdadera autoconciencia se muestra cuando una persona es consciente de su fuerza interna y de su propio potencial creativo, cuando conoce el significado y el propósito de su vida y cuando tiene una vida autodirigida y un programa de vida desarrollado y definido. Por esta razón es esencial comprobar constantemente si se está viviendo sólo para uno mismo o también se hace algo para los demás, es decir, si se muestra interés por los demás, dedicándose a ellos y proporcionándoles parte de la propia fuerza interior.

Una autoconciencia desarrollada supone la existencia de inteligencia, de percepción mental y de un cierto grado de integración. Alguien que se mueve exclusivamente por emociones y deseos egoístas se encuentra lejos de la verdadera autoconciencia. Pero cuando Leo es alimentado y motivado por su ser interior, entonces irradia una alegría de vivir auténtica y benefactora, sobre todo en entornos que lo necesiten y en los que su fuerza y asistencia sean requeridas y apreciadas. Entonces se gana el corazón de sus semejantes mediante su interés por el destino de los demás y mediante su disposición amistosa y generosa, lo cual, por otra parte, produce un efecto favorable en el entorno y en su propio crecimiento. Como un sol, Leo puede dirigir el fuego solar o las fuerzas solares que fluyen a través de él hacia los demás, alentarlos y consolarlos con palabras llenas de amor, y despertar en ellos ánimo y fe en las propias fuerzas y posibilidades. Así como el Sol mantiene a los planetas en sus órbitas, Leo puede atraer a sus semejantes, dirigirlos y guiarlos de forma magnética, regalándoles su calor, su alegría de vivir y su fuerza.

El pensamiento semilla esotérico de Leo: “Yo soy ése y ése soy yo”

Leo es dos cosas simultáneamente: núcleo interno y entorno. A través de la experiencia consciente de su propio yo, Leo desarrolla una sensibilidad espiritual que lo capacita para percibir y entrar en contacto con el verdadero yo de los demás. En todo el universo, la conciencia, la capacidad sensible del alma o la fuerza del amor es el agente que subyace en la base del Plan de la creación y que mantiene el desarrollo y la evolución en marcha. La meta de toda la evolución humana es la autoconciencia, de ahí que el Sol (símbolo de la autoconciencia) sea el regente tanto exotérico como esotérico del signo de Leo.

Cuando Leo “tiene el corazón en su sitio” (como se dice en lenguaje popular), no se encierra en sí mismo con falso orgullo sino que está dispuesto a dar y a recibir. Como sabemos, a veces Leo es demasiado orgulloso para aceptar algo o para dejarse ayudar en caso de necesidad. Cree que puedo hacerlo todo por sí sólo, pero con esta actitud lo único que consigue es que su yo se endurezca y que la fuerza de irradiación del corazón se extinga. En este punto, Leo sólo se ve a sí mismo y no piensa en los demás. Por eso es tan importante que Leo expanda continuamente su conciencia y sus sentimientos hacia los demás, en un constante ritmo de dar y tomar. No debe perder el contacto con los demás, quedándose sentado en su trono, solo y aislado.

Como ya hemos visto, Leo debe desarrollar la sensibilidad no sólo hacia su propio yo superior sino también hacia el de sus semejantes. Esta refinada sensibilidad debe expandirse hasta que sea consciente de la unidad de todas las almas en el sentido de la frase: “Todos los hijos de los hombres son uno en el corazón”, o, como se expresa en sánscrito: “Tat wam asi” (“Yo soy ése y ése soy yo”).

Dado que Leo rige el corazón, hoy haremos una meditación sobre el corazón para poder percibirnos internamente tal como somos y, de esta forma, abrirnos como una flor de loto que con su luz interna irradia como un sol hacia todo el mundo.

Extractos tomados del libro :

Los Signos del Zodíaco : Reflexiones y Meditaciones.

Louise Huber

API Ed. España, S.L.

CALENDARIO MEDITACIONES

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